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Social Economy News

La actualidad de la Economía Social europea

Las cooperativas refuerzan la economía social

Por Bruno Roelants, director general de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) entre 2018 y 2023

Las cooperativas son uno de los principales actores de la economía social (o economía social y solidaria – ESS), como se denomina actualmente en el sistema de las Naciones Unidas) y que, como su propio nombre indica, es una economía, un espacio económico. Según la experiencia europea, donde se creó y elaboró el concepto de economía social, la promoción de la economía social debe basarse tanto en la promoción de sus distintos actores (cooperativas, mutuas, asociaciones, etc.), como en el establecimiento de fuertes alianzas y asociaciones entre ellas. Esto es lo que hicimos a nivel europeo hace dos décadas desde el CECOP, la confederación europea de cooperativas industriales y de servicios, donde trabajé hasta 2018. A través del CECOP, el movimiento cooperativo europeo creó con otros actores lo que más tarde se convirtió en Social Economy Europe (SEE); encabezó el Intergrupo de Economía Social del Parlamento Europeo, y organizó una serie de conferencias europeas de economía social, que ahora se han convertido en periódicas. Como resultado de estos esfuerzos iniciales, la Comisión Europea lanzó recientemente un plan de acción para la economía social.

En 2019, la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) incluyó la promoción de la economía social como uno de los componentes de su nuevo plan estratégico decenal. De hecho, las cooperativas tienen una responsabilidad especial en la economía social a nivel mundial, debido a su gran número (más de 3 millones de empresas, sin contar los millones de pymes y microempresas que son miembros de cooperativas), su impacto en el empleo (alrededor del 10 % de la población empleada), su diversidad sectorial (de la banca a la industria, de la agricultura a la alta tecnología), su impacto en la economía (5% del PIB agregado de las 10 mayores economías y cuotas de mercado significativas en sectores económicos clave como la agricultura, la banca y los seguros), su coordinación mundial (un único sistema institucional mundial en torno a la ACI) y, sobre todo, su papel de referencia gracias a las normas internacionales agrupadas en la Declaración sobre la Identidad Cooperativa.

Estas normas internacionales, que representan un consenso mundial entre todas las cooperativas, se incluyeron íntegramente en la Recomendación de la OIT sobre la Promoción de las Cooperativas, 2002 (n°193), y pasaron así a formar parte de las normas internacionales del sistema de las Naciones Unidas, compartidas por la comunidad internacional. Por casualidad, coordiné un grupo de representantes de cooperativas acreditadas para formar parte de las negociaciones sobre esta Recomendación en la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) en 2001 y 2002. Sigo considerando que este es mi principal logro relacionado con la ACI, aunque ocurrió muchos años antes de que me convirtiera en director general de la propia Alianza, en 2018.

20 años más tarde, en 2022 estuve de nuevo en la CIT para contribuir al debate que condujo a la Resolución de la OIT sobre el Trabajo Decente y la Economía Social y Solidaria, después de haber creado la Coalición Internacional de la ESS (CIESS) con otras organizaciones mundiales representativas de la economía social (GSEF, Foro Internacional de la ESS, AIM e ICMIF). Aunque esta Resolución de la OIT es un primer paso importante para definir provisionalmente la economía social a escala mundial y elaborar políticas públicas para su promoción, queda mucho por hacer para tener una imagen clara de la economía social a escala global: las estadísticas sólo pueden elaborarse sobre la base de una definición y unas normas claras y compartidas. A su vez, las estadísticas, o al menos las estimaciones cuantitativas aproximadas, son necesarias para proponer y elaborar políticas públicas activas y propuestas normativas para la promoción de la economía social a escala mundial. Mientras que las cooperativas han conseguido avanzar significativamente en esta dirección, aún estamos lejos de ello para la economía social en general.

Además, para definir el impacto global de la economía social, sería importante estimar el porcentaje de la economía que representa, pero también su interacción con el resto de la economía, y en particular con las PYME y las microempresas. Esto es especialmente evidente en el caso de las cooperativas agrarias, que agrupan una parte importante de las microempresas de las familias de agricultores individuales. En segundo lugar, será fundamental medir el impacto de la economía social en el desarrollo local: la capacidad de la economía social para retener puestos de trabajo, inversiones y empresas en las comunidades locales, en particular en las zonas rurales y remotas, y, a partir de ella, la capacidad de la economía social para trabajar proactivamente en favor de la igualdad, la paz positiva, la justicia social y la protección del medio ambiente, todos ellos componentes clave de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

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